La etapa universitaria puede ser un poco confusa a veces, ya que sentimos que tenemos dos opciones muy marcadas: O sales y buscas un trabajo en una gran empresa, o intentas hacer algo tuyo a pesar de no tener experiencia ni recursos.

Con este panorama muchos de nosotros nos vamos por lo más seguro, pero no necesariamente, lo más gratificante a nivel personal.

Cuando estaba en la universidad trabajaba con mi papá, emprendedor por excelencia, en los diferentes proyectos que se trazaba. Estos iban desde capacitaciones al sector público hasta la creación de una empresa de transporte de residuos sólidos.

Siempre lo vi trabajando y dándole forma a sus sueños. Desde pequeña verlo trabajar con tanta soltura, confianza y seguridad me dio la impresión que ser independiente era sencillo.

Una realidad un poco diferente:

Terminé la universidad teniendo una noción de lo que era un trabajo independiente; pero como muchos universitarios, me sumé a la búsqueda de empleo, pensando que era lo que tenía que hacer después de haber estudiado una carrera profesional.

Encontré mi primer trabajo, pero no era lo que esperaba, no tenía la libertad de implementar proyectos y/o tomar decisiones que me parecían necesarias y simples, pero no se hacían porque “siempre se había hecho así”.

Lo mismo sentí en mi segundo trabajo. A pesar de ser temas de mi interés, y de estar desarrollando los conocimientos adquiridos en la universidad, sentía la necesidad de buscar algo que me guste, y que sintiera que estaba contribuyendo con otras personas.

Ver: 10 Pasos para encontrar tu verdadero propósito de vida

Mis primeros pasos en el emprendimiento:

Así nació mi primer emprendimiento, el cual busca ser una plataforma de conexión, entre jóvenes y empresas, que busca generar valor a través de investigaciones aplicadas.

Esta idea nació de las dificultades que pasé cuando hacía la tesis de licenciatura, por lo que sentí que era necesario hacer algo para que más jóvenes no pasen lo mismo, y se animen a hacer investigaciones que solucionen problemas críticos en empresas y/o organizaciones.

Cuando empecé a idear cómo iba a hacer el negocio, lo que iba a ofrecer, como sería el modelo de gestión, con quienes iba a trabajar, entre otros puntos de mi plan de negocio, supuse que era cuestión de semanas para que todo estuviera listo y pudiera salir a ofrecer mis servicios, y que por supuesto, las empresas aceptaran mi oferta.

Mitos del emprendimiento:

Primer mito: Si vas a ofrecer algo nuevo, y además es tu primera vez emprendiendo, no te vas a demorar tres o cuatro semanas cerrando todos los puntos para tu primera venta.

Otro mito, que un emprendedor primerizo suele creer, es que la primera idea que salió de su cabeza, será la idea que romperá esquemas en el mercado y se convertirá en un gran negocio rentable.

Es necesario conversar con mucha gente, darle vueltas, y cuestionarte mucho para que tengas un concepto sólido, y que sea el definitivo.

Es necesario reflexionar sobre lo que vas a ofrecer, para que finalmente el cliente vea que tu servicio es algo pensado y no existen cabos sueltos. Solo hay una oportunidad para convencerlo.

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Relacionado a lo anterior, existe algo que parece ser lógico y bastante obvio, y sobretodo si prestaste atención en tus clases de administración o has leído algún libro de emprendimiento; en realidad es algo complicado de tener siempre presente, y es la importancia de saber qué vas a ofrecer, por qué ofreces eso, y cómo lo vas a ofrecer.

Estas preguntas son vitales para el desarrollo de tu proyecto; y es ahí cuando la visión y la misión, conceptos que parecen sin importancia cuando los ves colgados en la pared de una oficina, se vuelven la brújula de tus sueños.

Siguiendo con los mitos de los jóvenes emprendedores, es relevante analizar quienes conformarán tu equipo, ya que no solo es cuestión de llevarse bien, sino pensar quién se desenvuelve mejor en cada área. Es necesario tener un perfil de que es lo que se busca en un socio y/o colaborador en la empresa.

Libros recomendados:

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Por último, es importante tener una buena red de contactos. Otro mito es pensar que los amigos del emprendedor son suficientes para hacer crecer o mejorar nuestra propuesta de valor.

La verdad es que los feedback de tus amigos no siempre son los más idóneos para ti y tu proyecto. Es necesario ampliar tu círculo social, y atreverte a contactar a gente que quizás no sepa de ti, pero si les cuentas de tu proyecto te pueden ayudar en algo. Estoy convencida que hay personas buenas que poco a poco van apareciendo en el camino.

Todo lo que he ido aprendiendo con mi proyecto nunca me lo habían enseñado en la universidad, y no me lo imaginaba remotamente. No sabía lo sacrificado, y a veces, desesperante que puede llegar a ser sacar una idea adelante.

Mi papá me lo advirtió, pero siempre pensé que podía hacerlo como él lo hacía. Sin embargo, tengo que confesar que no es una tarea fácil, pero sí muy satisfactoria.

Continuar leyendo: Cómo iniciar un negocio sin renunciar al puesto de trabajo en 10 pasos

Escrito por Fiorella Espinoza Vásquez

Directora de Ingeniarse EIRL. Licenciada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Piura – Perú. Apasionada por temas de emprendimiento social y proyectos de responsabilidad social.

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